Del Corazón a la boca

   Todos hemos oído la expresión: “de lo que rebosa el corazón habla la boca”. El punto de partida es el corazón. Mi experiencia de hace unos meses es la contraria: a través de la boca he podido ver la abundancia de un corazón. 

   Sucedió que un día recibí una carta de la Seguridad Social Japonesa en que ofrecían limpieza bucal gratuita. Junto con la carta venía una lista de direcciones de las clínicas dentales más cercanas. Una amiga me avisó que no valía la pena ir para lo poco que te hacían. Sin embargo, para no desaprovechar la oportunidad, busqué la clínica que quedaba más cerca de casa. Era un día frío, lluvioso y, a pesar de que llevaba la dirección, no lograba encontrarla. Iba a darme por vencida cuando pensé en lo que hace todo japonés inteligente antes de ir a un sitio: llamar por teléfono e indagar dónde se encuentra. Me informé y la clínica estaba a tres minutos caminando desde casa.



   Entré y me dieron a rellenar una hoja donde tenía que especificar todo lo referente a mi salud, tanto bucal como corporal. Una vez escrita me hicieron pasar a la consulta del dentista. Me encontré con un hombre de unos cincuenta años, con un deje difícil de entender y llevando máscara, cosa que me lo dificultaba todavía más. Me preguntó un sin fin de cosas y acabamos hablando de mi vocación misionera. Él no era cristiano, pero enseguida congeniamos. Mi sorpresa fue que no me hacía la limpieza bucal sino revisión de dientes y radiografías. La verdad, estaba asustada pues esas cosas valen un dineral en Japón. El resultado fue que tenía bastantes problemas dentales, que sería necesario un tratamiento ya, y que lo podría hacer allí en su clínica. Yo le agradecí mucho su interés pero le expresé que no tenía dinero, que la mayoría de nuestro trabajo misionero no es remunerado y que me sería imposible pagar el tratamiento. Ante esto sólo me dijo una cosa: “eso no importa, te lo hago gratis”. Me contó que había vivido en Estados Unidos, conocido a bastantes misioneros y que quería ayudarme. Ante mi cara de sorpresa me dio una cita para la semana siguiente y me volvió a repetir que no se iba a arruinar por ello.




   Ya llevo medio año yendo al Doctor Uesugui, me ha arreglado casi toda la boca y todavía queda más. Ya vino a casa a cenar para conocer a la comunidad y dice que quiere venir a nuestras reuniones de formación cristiana. A través de la boca Dios me ha hecho conocer la gran generosidad y delicadeza de un corazón. De la gente que viene a nuestras reuniones ya hay dos personas que van a su clínica para que les atienda (esta vez sí pagando, claro). Es su forma de agradecerle tanta generosidad para con nuestra comunidad. 


   No sabemos cómo ni cuándo, pero lo cierto es que Dios nos está esperando lleno de ilusión en muchos corazones. Nada es casualidad. Ojalá estemos preparados para descubrirle y encontrarnos con El. 

Gracias


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